16 abr 2017

Un sábado Santo y una visita divina

Crónica

El Deportivo volvió a la senda de la victoria ante un rival directo y con la presencia de una de las leyendas de la historia del club: Mauro Silva. Los de Pepe Mel doblegaron al Málaga y ven como el descenso se aleja cada vez más a falta de 6 jornadas para el final del campeonato.

No era un partido más en Riazor. No sólo por la importancia -y la obligación- de ganar a un rival tan directo como el Málaga, sino por la presencia de uno de los mejores jugadores de la historia del club. Doce años, ese fue el tiempo de espera para que Mauro Silva volviese a pisar el que durante más de 13 años fue su hogar.  Y no podía ser que una cita como esta terminase en otra tarde más para el fatídico recuerdo. Pepe Mel sacó un once con las novedades de Gil en el lugar de Emre Çolak y con Kakuta y Bruno Gama por las bandas. La punta de lanza, la medular y la zaga como en Sevilla. Sonaba a experimento, y más de uno se temió lo peor vista la dinámica del equipo. Y durante 45 minutos, la cosa olía a chamusquina.

Ni Deportivo ni Málaga daban sensación de querer ir a por el partido. Intensidad neutra, errores en la circulación y un atasco de ideas de dimensiones estratosféricas... y apenas un par de tiros desde lejos por parte de los malacitanos y un disparo demasiado centrado en una posición bastante franca de Carles Gil en el único acercamiento de los locales en el primer acto. Undiano dió paso a un descanso que parecía ser la única nota positiva del día. El cielo, nublado  como el partido, comenzó a cambiar para dar paso a unos alentadores rayos de sol que se unían a la clamorosa acogida de un Riazor entregado al mejor mediocentro defensivo de la historia. Mauro Silva volvía a estar sobre el mismo césped que le vió bregar contra los más grandes durante 14 temporadas. Su casa. Su templo.

La breve estancia del brasileño sobre el verde fue la antesala de un partido que pasó de ver a un equipo semienterrado y casi crucificado a uno que superó su atenazamiento para encaminar una salvación que se antoja demasiado barata. El Depor salió más enchufado ante un Málaga que seguía disfrutando de su victoria ante el Barcelona, y en el primer acercamiento claro a la meta defendida por Kameni firmó parte de su resurrección. Luisinho puso el balón desde la siniestra y Joselu lo metió en las mallas con un potente testarazo. El de Silleda se puso la cruz con una polémica celebración y posteriormente con una mala salida del campo -con aspavientos a Mel incluidos-. Los locales se sintieron cómodos con el 1-0, y el equipo no dudó en ir a por el segundo ante la inoperancia visitante. Y al final, llegó. Un centro de Juanfran acabó entrando al área pequeña después de que Gil lo dejase pasar para que Mosquera, que había entrado por Bruno Gama, solo tuviese que empujarla para poner la sentencia en el marcador.

Sin mucha más historia que un tiro al larguero de Camacho en el minuto 80 de partido, Undiano Mallenco puso el punto final del choque. El Deportivo, con 31 puntos, se coloca de esta manera a 9 del descenso a falta de que se disputen 6 encuentros de Liga. El final perfecto a un sábado santo y a un reencuentro de caracterísiticas divinas.

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